Canto a la noche negra
No hubo noche más oscura
que cercase el emblema de la selva.
Sin estrellas sobre la bruma
que escondía la muerte a la espera.
El fulgor de la magia desnuda
reventó contra los muros de piedra,
y ya no había remedio ni cura
para tantas heridas que no cierran…
El odio, acompañado por las huestes,
penetró en las entrañas de la bestia.
Ni la guardia pudo con este,
tampoco el arrojo de una era.
La entrada fue campo de la muerte,
el interior decorado por esencias,
cientos de hijos abandonados a su suerte,
miles de ciclos en esfuerzo que no pesa.
El metal mordió la carne miles de veces,
los impulsos de la magia tomaron fuerza.
Las varitas, incesantes, mataban con creces
a más elfos de los que había tras la puerta.
El aleteo conductor silenció la batalla,
cientos de ellos volaban cerca,
la calma se posó sobre las murallas,
las varitas cesaron, los elfos ya no eran…
Una explosión sonó desde el balcón,
a la ciudad llovieron miles de piedras,
y solo uno de los nuestros se aventuró,
a cobijarse bajo la puerta.
La corona del fuerte se destruyó,
y expulsó a la muerte hacia fuera.
Fue libre y más vidas se cobró,
almas aplastadas por la quimera…
Tras el polvo un grito sonó,
y encogió los corazones sin reservas.
Rolik muerto, el libertador no,
lo supimos pasadas las tinieblas.
Cientos de cuentos y relatos,
viajaron en viento hasta las costas,
una lucha a muerte sin descanso
fue valedora de mil historias.
Pero pocos fueron, sin embargo,
los que relataron la deshonra.
Y es por esto que yo traslado,
mi parecer sobre esas horas:
Diferentes gentes, un líder tirano,
estrechez de miras sobre la historia,
la tensión enfrenta pueblos hermanos,
las dos especies incluso se odian.
Rabia y muerte luchan de la mano,
ojos que no ven detrás de las sombras,
distintas venas sobre impulsos macabros,
pero la sangre se junta sobre las baldosas.
Autor: anónimo.
Encontrado bajo el Castillo Negro, en el archivo histórico de El Valle Del Dragón (capital de El Hierro).