Reflexiones

El mal llamado

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Asimilamos cualquier término o concepto a través de la cascada de sentimientos que provoca, culpa de la asociación emocional enlazada por la costumbre.

El que aquí desnudaremos provoca un tsunami lleno de todo el escombro que estos arrastran a su paso. Y los tsunamis no solo arrastran basura, que también, se lo llevan todo. Solo los árboles más fuertes, los bien enraizados y las casas con los mejores cimientos salen casi indemnes del desastre, dañado tan solo su exterior.

El tsunami

            Se trata de un término acuñado por el movimiento italiano liderado por Mussolini en el periodo entreguerras; y se caracteriza por ser antidemocrático y totalitario, pese a vestirse de social para la galería. Odia la separación de poderes —«Aquí mandan mis huevos», debió pensar—. Y claro, el final de esto ya lo conocemos todos: Muerto, pisoteado, quemado, colgado y vete a saber que más cosas soportó antes, durante y después de morir a manos de su propio pueblo. Pues bien, ese mismo movimiento tendría un final semejante en Alemania, aunque no fuese su propio pueblo, a esos los mató él primero. Hitler fulminó casi a todos sus opositores.

Hablamos de la misma corriente que duró cuarenta años en un islote al sur de Europa: uno, grande y libre. Y aquí el dictador de turno se aprovechó de un viejo y casposo recurso: La divina providencia —Dios lo eligió. De hecho, se repartieron lo saqueado—. ¿Por qué gobernó este tío? ¿Por qué tenemos ahora un maniquí en un sillón ornamental? Porque la capacidad de análisis de la mayoría no ha mejorado desde el medievo, del que hacemos tantas ferias y representaciones «ya se encargan ellos de «adoctrinar» al pueblo». En aquellos años de acero y piel nos creímos el cuento: un espíritu bajó y le dijo al señor de turno que tenía que vivir por encima de nuestras posibilidades. Hoy seguimos igual.

Con el paso del tiempo

Pero hoy, más de cuarenta años después, el término fascista se utiliza, a mi parecer, de una forma desmesurada. Unos lanzan acusaciones sin fundamento y otros tuercen la palabra y tergiversan el concepto hasta un punto ridículo. Y sí, no todos los que votan a la derecha son fachas; ni todo el que muestre una bandera nacional lo es, aunque esto da para otro post. (Yo soy más español y más patriota que esos a los que se les llama fascistas, mientras se esconden detrás de un falso patriotismo).

—«Primero los de casa» —dicen, y no les importa ni un poco Manolo, español, de su pueblo, que pide para comer por culpa de una gran corporación que lo dejó en la estacada a sus cincuenta y cinco años.

—«Primero los de casa» —gritan, mientras algunos jóvenes de este país se ven esclavizados por una miseria de sueldo, y exprimen sus días y sus noches sobre una bicicleta u otros trabajos basura. Algunos lo hacen para comer, otros para estudiar. Claro, los hijos de estos «fascistas» no tienen este problema. Y eso que sus padres no cotizaron ni un día para esa patria que dicen defender, y a la que pretenden ordeñar bajo cualquier pretexto.

—«Primero los españoles» —exclaman. Mientras, a mi mujer, más española que todos ellos, le ofrecen un trabajo en negro y sin ningún tipo de derecho, por un precio ridículo: de telefonista, en el mismo edificio que el SMAC (servicio de mediación arbitraje y conciliación laboral) de Castellón. Una mujer que fue fiel durante la mayor parte de su vida laboral a la misma empresa, que tiene estudios y experiencia y todavía es joven, pero que cometió el pecado de ser madre. Por eso se quedó sin su puesto y no encaja ahora muy bien en el mundo laboral …

Pues bien, señores y alguna señora (si es que se merecen este calificativo), no, ustedes no son fascistas, son el mal personificado «unos auténticos hijos de puta», y no espero que me perdonen por esta afirmación, yo tampoco lo haré por todas sus agresiones contra la humanidad.

Y no, no cualquier opinión es respetable, sobre todo si esta no respeta a las demás —gran paradoja que se cumple con ustedes.

Sin nada que decir

Cuando un político culpa a la inmigración de las carencias de su sociedad es que se ha quedado sin argumentos. Pero estos son peores, gritan aquello de «viva la patria» sin arrugarse ni un poquito con los innumerables casos de corrupción que los asaltan —se llenan los bolsillos (su auténtica patria)—. Y se atreven a sandeces tan rimbombantes como la siguiente: La declaración de los derechos del niño va en contra de España —¡Vamos! Métanse la lengua en el culo, señores—. ¿O es que les duele no poder explotar a los menores? ¿Sueñan con un «paraíso» donde lo puedan hacer? O quizás ni siquiera leyeron la declaración, pues todo lo que abarque más allá de un meme queda fuera de su comprensión lectora. No sé decir qué me da más miedo…

Y también tienen alguna mujer entre sus filas que despotrica en contra de su sexo y de la igualdad, llamándola cáncer. Y he ahí la explicación de porqué milita junto a machistas y misóginos como ustedes.

«Le gustará que le ordenen. Puede que incluso disfrute de algún azote».

Pero, dejando las bromas a un lado abordaré el final de mi vómito, porqué sí, esto lo he vomitado ante una imperiosa necesidad. Algo que no debería ser necesario. No deberían existir debates rescatados desde el pasado. Porque ustedes no piensan en el futuro, sino en el pasado más negro de todo un continente; uno que comenzó con la matanza indiscriminada de intelectuales. Y claro, de aquellos barros estos lodos.

The innocents

            Los únicos inocentes de todo este entramado de mentiras, engaños, y cuentos varios tras el poder de los medios, son sus votantes —la mayoría, al menos—. Ellos no tienen la culpa de ser bombardeados por mentiras desde todos los medios de comunicación. Datos falsos con un único fundamento, básico y populista: el miedo al diferente.

           Esos que les votaron solo son culpables de trabajar todo el día, llegar cansados a casa a causa de un sistema que copa todas sus energías y recibir mentiras por información —como muchos en este país—. Y de esas mentiras nacen conclusiones que no lo son, fabricadas por sus propagandistas, los mismos que alzaron a Trump a base de noticias falsas.           

           Esto es lo que dice su gurú económico respecto a que puedas vivir o morir, estudiar o ser un borrego más (con perdón de los borregos), y demás derechos que hoy se nos empiezan a escapar entre los dedos. (A mi tampoco me gusta el presentador que aparece en los primeros segundos, pero lo importante es lo que dice el «economista» de Abascal):

¿Ese es el país que deseas?

Pues eso, que, si prefieres que favorezcan a los ricos, como ya sucede en Andalucía; o que no puedas acudir a un hospital porque una operación sencilla vale más de lo que puedes ahorrar; o prefieres que tus hijos no tengan estudios porque las matrículas valen tanto dinero que solo los ricos (ellos) pueden estudiar; entonces sí, vota al mal. De otra forma no aciertas con tu voto. 

 

Semejantes usurpadores, que robaron incluso el color de la esperanza.

Desean el estoicismo de un pueblo en favor del mal como bandera.

También de estos colores se adueñaron,

sin saber que España va dentro de los corazones…

no en un brazalete que adorna la muñeca,

mientras carga con maletines repletos de sueños robados en pos de suiza.

Pretenden la ruina de su gente, y nos lo dicen a la cara.

Pero hay datos que olvidaba…

No somos su gente.

 

Hay muchas formas de estafa, y cuando no tienen argumentos que la respalden se los inventan para huir de la realidad —No tienen más idea de gobernar que cualquiera, pues jamás dirigieron nada más allá de una partida de cartas. Y su único propósito es el de esclavizar al pueblo.

Una de esas estafas la perpetró el partido con más condenados por corrupción de Europa, del que emergen algunos de estos falsos, mentirosos, misóginos, machistas, antidemocráticos, ladrones, engañabobos y demás calificativos que sí merecen. Hablo, por supuesto, de Cataluña, su gran telón de acero; tras el que esconden sus miserias, sus fobias y su avaricia; porque sí, es todo por dinero, como siempre. Me encanta como lo explica este hombre (que no dice ni media mentira durante su análisis, aunque la propaganda pinte una imagen diferente de él). Ojalá la mitad de los que lo critican tuviesen la mitad de su capacidad de análisis:

Necesitaba escribir esto, aunque no valga de nada, y así lo he hecho.

Sí, este es un post egoísta, en el que saco algo de mí: Energía que no quiero cerca, la negatividad de un movimiento en el que no hay esperanza, tan solo odio.

Hasta otra, que no sé si será pronto, pero será. Gracias por tu apoyo.

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