La energía del núcleo de Nubalión, como se supo más tarde, colapsó tras lo que se cree que fue un impacto de meteorito y mató entonces a la mitad de la población a causa de las ondas que irradió. El planeta retumbó a causa de la potencia energética que liberaba y también se cree que fue en ese momento cuando los continentes se separaron, pues los estudios en los sedimentos indican que la fecha del desprendimiento fue hace unos sesenta y cinco millones de ciclos.
Después de eso, la energía encontró su camino y emergieron haces luminosos hacia el cielo y el espacio en tres puntos de Nubalión. Parecía que el planeta estallaba, pero es posible que no colapsara gracias a eso, según expertos geólogos. Ese periodo, conocido como La Criba, duró una generación en la que el planeta se autodestruía junto a las especies que lo habitaban. Los más afectados fueron los horkos, que a causa de su escasa inteligencia no supieron guarecerse del desastre y se extinguieron en el continente más habitado de los dos que se crearon. En el otro lado del mundo poca población lo habitaba por ser la cara oscura tapada por su satélite, en rotación junto al planeta, atraído por su gravedad de algún modo.
Pero también se supo, gracias a los escritos en las piedras de los templos construidos bajo tierra, donde vivió la población que más tarde repoblaría el planeta, que hubo un punto de inflexión. Nubalión se destruía, pero los mismos haces atrajeron a las tormentas. El planeta se limpiaba gracias a esos haces de energía que atrajeron el polvo. Cada día que pasaba más cantidad de sol alcanzaba el suelo, hasta que al final no hubo polvo ni CO2 en el cielo, y la poca vida que quedó pudo proliferar. Se creé que fueron las propias tormentas y el polvo lo que taponó aquellas grietas que fueron como imanes naturales para la destrucción. Al poco tiempo dejó de salir ningún tipo de energía de los tres puntos.
Otra oportunidad
Llegado a ese momento, las sociedades crecían y avanzaban, los poblados pasaron a ser pequeños feudos y más tarde reinos. Pronto hubo quienes defendieron su legitimidad para gobernar a todos los demás, y se iniciaron conflictos interminables. Casi siempre elfos contra argos, por temas evidentemente raciales. Unos, abanderados del exterminio de los horkos con su poder, y otros, que sin sus ideas no se hubiesen construido templos en los que sobrevivir a la criba.
Hoy en día se pone en duda la capacidad de los elfos para acabar con los horkos y se atribuye su extinción en este continente a las propias tormentas que mataron al resto de animales salvajes. Tan solo sobrevivieron aquellos que los propios argos se llevaron consigo e hicieron procrear en pos del propio alimento y algún ejemplar que consiguió escapar a la costa más lejana. Según los estudios, un setenta y cinco por cien de las especies que habitaban el planeta pasó a la historia.
Algunos horkos sobrevivieron en Naturia (el otro continente), debido a la casualidad, pues allí encontraron cuevas y grutas algo profundas y allí se resguardaron. Cavaron hacia el interior de la tierra ante el temor de la luz que alumbraba incluso la cara oscura y los mataba con sus tormentas destructoras. Y así se cree que algunas pequeñas colonias pudieron sobrevivir a la criba. Esas bestias no son más que leyendas hoy en día…
El horror como castigo
La lección no aprendimos
Corrían los horkos veloces por los campos, entraban en su alimento tanto elfos como argos. Nada dice el mito de causa probable, pero así quedó escrito muchos ciclos más tarde: Un impacto y el suelo retumbó; el día a la noche suplió; y donde el sol alumbraba la oscuridad se lo tragó. El polvo fue el dueño del lugar y allí donde calló el cielo el fuego reinó sin más. Murió todo lo que respiraba y aquellos que pudieron bajo tierra aguardaban. Bien se supo, algo más tarde, que los elfos los cazaban, en cada salida hacia el desastre. Regresaban con sus colmillos o sus pieles chamuscadas, con su fuerza los batieron, para ser agua pasada.
Parecía que el mundo estaba a punto de estallar, personas en lo más profundo, sin poder escapar. Muchos fueron los testigos que lo escribieron aquí y allá, la extinción exhibió sus signos, la energía parecía marchar. Pero fueron los mismos haces los que atrajeron al desastre, cada noche que pasaba menos polvo que limpiarse, cada día que salían más podía respirarse, cada sueño sin el ruido más ganas de despertarse…
Ha quedado imprimido en la piedra para siempre, los templos construidos por argos inteligentes, los horkos vencidos por elfos valientes, lo que el destino había unido debería ser más fuerte. Pasaron pocos ciclos y pelearon por saber, si era verdad el mito, si los colmillos tropezaron a sus pies. Nadie creía ya lo que alabaron y tampoco los elfos admitieron ser salvados por los argos y sus templos, por la unidad de aquel pasado, la unidad sobre los restos de un mundo asolado.
Fueron las tormentas, eso estaba claro, las que cerraron las puertas del núcleo y su desgarro. Es así como terminó esta era, por el mundo salvados, de los horkos nada queda, la unión ya se ha olvidado. Miedo da lo que se acerca, de la criba no sé tanto, pero que decir de las guerras, todavía no se han superado…
Poema anónimo sobre la criba.
El grabado en madera más antiguo que se conoce.
Encontrado en el interior de uno de los templos abandonados junto al Vita.
Data de la segunda generación sin apellidos, tras las guerras interminables.