ArchivosHistoria de Nubalión

La elfa y la rosa

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Ay mi rosa, única compañera,

cálida joya de esta helada tierra,

la más hermosa que jamás existiera,

mi sangre es tu prosa, tus espinas mi quimera.

No veo vida por más que mis ojos quieran,

y mis pies nunca llegarían a pisar sobre la hierba,

hace mucho que es invierno, y mi muerte ya está cerca,

te miro y  por fin lo comprendo, somos el mal de esta era.

¿Cómo si no trajeron los vientos el destello que no cesa?

Partido el mundo en dos, empujados a las tinieblas.

Alimento del horror, de las bestias somos presa,

ya ni siquiera el calor alimenta nuestras venas.

Aquí nunca sale el sol, pero se derrite mi esencia,

ahora solo quedo yo, y no seré pasto de las bestias.

Te daré mi último empujón, cada gota, cada hebra,

y así seré otra vez yo, adorada naturaleza.

Poético final para la última elfa con vida en el continente oscuro,

tras la criba.

 

Esta elfa se suicida ante la certeza de ser devorada por los horkos en la cara oscura de Nubalión. Coge la única rosa que hay en tan fría tierra (rosas vampiras), y le entrega su sangre, para volver de nuevo a formar parte de la naturaleza.

Hace varias generaciones que se constató la existencia de un gran campo de rosas en el lugar de la cara oscura donde se supone que acabó la vida de las personas, pasto de la brutalidad de los horkos.

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