Reflexiones

¿Reír o llorar?

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Ahora, tras tantos desengaños, creo que la vida me ha demostrado que tenía razón, cuando clamaba a los cuatro vientos que se podía viajar en el tiempo.

Es difícil que alguien pueda creer semejante afirmación, con la salvedad de unos pocos ilusionados, pero creedme cuando afirmo, que nada tiene que ver con la ilusión el sentimiento que esta duda despierta en mi interior.

Existe una posibilidad, por remota que ésta me parezca, de que incluso tras analizarlo con detenimiento, esté equivocado, aunque, no sé qué sería peor…

Comencemos con mi exposición:

Resulta de mi pensamiento una idea brillante, que pese a ser descabellada, sería la mejor de las realidades.

Hubo un tiempo en el que los señores feudales marcaban la rutina de sus pueblos, más que eso, creo que hasta la voluntad de estas gentes se veía tergiversada por tan regia dominancia. Ese mismo tiempo donde la corona y la “Santa Madre Iglesia” estaban unidas por un lazo tan poderoso, que en ocasiones emborronaba la figura de la autoridad, sin transmitir con certeza quien entre ambos era la voz cantante, llegando a parecer un perfecto dueto en muchas ocasiones, incluso más si cabe en las más sombrías.

Un tiempo en el que la balanza de la justicia se decantaba siempre por el mismo “bando”. Y entre los campesinos y demás gentes de la plebe era bien conocido el dicho de que, “la justicia está hecha para el roba gallinas”. El mismo tiempo en el que nadie osaría hacer mofa sobre la figura del estado, ni sobre nadie que con ese concepto tuviera que ver, concepto que estaba ligado por herencia… Ese mismo tiempo en el que la última instancia de un proceso legal, estaba en poder del mismo estado que gobernaba, quien decidía, quien incluso blandía la mano del verdugo, extendiendo su poder desde la corona, hasta el sesgado cuello por el que se escapaba la vida…

Aquellos espantosos años…

Unos tiempos en los que se preparaba a las mujeres durante toda su infancia para ser buenas madres y esposas, fueran o no de alto linaje. Las mismas mujeres que legalmente no eran más que una posesión, sin apenas derechos, y con ninguna libertad. Y que su “peso” en la relación dependía de lo “encantadoras” que fuesen, quedando claro que nunca pasarían por encima de la decisión de un hombre. Y así, afirman muchos hoy de algunas, que son manipuladoras. No seré yo el que abra debate sobre esto, pero, son demasiados siglos OBLIGÁNDOLAS a serlo si querían ser escuchadas…

Una época en la que lo absurdo llegaba a convertirse en normal. Vi mujeres condenadas por brujería, cuando el único pecado que habían cometido era el de poseer las tierras que anhelaba la inquisición, o el propio estado… Juzgando también a “herejes” por “blasfemar” o por no creer en “dios”, a adúlteros/as por quebrantar el “sagrado matrimonio”. Incluso se llegó a juzgar a cerdos por morder a un vecino, condenándolos a la extracción dental o la amputación por castigo. Y un sinfín de estupideces del tamaño del propio Sacro Imperio Romano Germánico.

Un tiempo en el que los bufones cobraban de la corte, o del señorío de turno, encauzando así su “humor”. Siendo condenado aquel que atacase con sus ideas a las figuras de poder. Creo que se han escrito muchos libros sobre el asunto en cuestión, da para tanto… Y por suerte, «ya no se queman libros«.

Pero, vamos al grano. Hoy, he despertado de un sueño maravilloso, uno en el que creía que la idea de gobierno ateniense se había extendido por mi mundo. Donde el verdadero peso del gobierno recaía sobre el pueblo, un tiempo futuro, tan avanzado “social”, como tecnológicamente, en el que primaba la ética, y el corte moral era de altura. No era necesario más que preocuparse por sacar a tu familia a delante, algo sumamente sencillo dado el estado de bienestar que tras mucho sufrimiento se “había instaurado”. Y la separación de poderes no era un mito, quien la hacía la pagaba, sin lugar a favoritismos, ni a “malos entendidos”. El mismo lugar donde me lo pasaba en grande, pues había humoristas muy buenos y de toda índole, la risa siempre era bienvenida por el pueblo, fuese o no, un chiste de su agrado. Anteponiendo siempre su sentido del humor a sus ideales, pues en el humor no caben estos últimos. Un lugar donde la risa había vencido al llanto. Donde el pueblo conocía su lugar en la sociedad, y no perdonaba a un mal representante, porque sí, en ese sueño ¡eran nuestros representantes!

Al abrir los ojos

Al despertar me he asomado por la ventana, y estaba en el mismo Madrid de siempre, en mi barrio, en mi hogar. He podido recordar con claridad unas elecciones tras otras, y enormes asambleas en Sol, algo que estoy seguro de haber vivido. Pero, al mismo tiempo, he recordado como la autoridad doblegaba al pueblo, por la fuerza si era necesario. Y como la justicia obedecía a sinsentidos, acusando a grandes humoristas, cantantes, y artistas de todo tipo, por sus “opiniones”. Recuerdo incluso como encarcelaban al que protestaba con toda “libertad” en las redes sociales. También recuerdo como el poder del clero se extendía por todo el sistema de gobierno, y como las leyes seguían protegiendo a esos delincuentes con sotana, mientras enjuiciaban a artistas de ámbitos varios, porque se sentían ofendidos… Ahora, ya no sé en qué tiempo estoy, estaba seguro de haber vivido en el medievo, incluso de haber vivido en un futuro grandioso por un corto espacio de tiempo. Pero hoy, tras aclarar mis pensamientos, con los que no había quien se aclarase, me sorprendió la mañana con la comparecencia de otro gran humorista a los juzgados, por hacer su trabajo siguiendo un guion, ¡por hacer chistes!

Y, ni recobrando la memoria me quedó claro donde estaba, ¿había despertado en el medievo? La verdad es que a simple vista nada tienen que ver ambas épocas, pero yo creo que es solo fachada, porque en el interior, late todavía el corazón del señorío, el poder absolutista, recio, machista, rancio y egoísta. ¿Se esconde tras la fachada modernista un alma de piedra del siglo quinto? No sé qué pensar… aunque algo sí es seguro, deseo despertar mañana, y comprobar que todo ha sido un sueño…

 

P.D. Nunca voy a debatir sinsentidos, ni a favor de unos ni de otros, porque no creo en bandos, y porque son ¡sinsentidos! No podemos pedirle cuentas a un humorista que hace su trabajo, aportando una sonrisa a mucha gente, mientras algo de gran importancia se nos escapa a la vista. Al tiempo que usan su propaganda para hacernos creer que actúan de forma justificada, nuestra libertad de expresión no es lo único que pisotean…

Sabiendo lo que el enfrentamiento puede llegar a ocasionar, y quién sale beneficiado con ello, te pregunto: ¿Prefieres reír, o llorar?

 

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